Todas las
personas no reaccionan de la misma manera ante situaciones de conflicto. Su
comportamiento de “respuesta personal” es lo que se denomina “estilo en el
manejo de conflictos”. El enfoque sobre este tema mas difundido en la
bibliografía sobre administración es el que formularon en los años setenta
Thomas y Kilmann.
Según
este enfoque, los “estilos de manejo de conflictos” se mueven en relación con
dos dimensiones: el interés (prioridad) por las metas propias y el interés por
las personas (relaciones). Lo que Blake y Mouton identificaron en su “Grid
Gerencial” como liderazgo “centrado en las tareas (resultados)” o “centrado en
las personas”.
De la
combinación de estas dos dimensiones, se identifican cinco estilos de manejo de
conflictos; forzar, ceder, evitar (eludir), comprometer o colaborar.
En el
estilo “Forzar” el comportamiento se centra en luchar por defender
(obtener) los intereses o metas propias, con independencia de la afectación de
los de la otra parte, o de las relaciones entre ambas.
En el
otro extremo, el estilo de “Ceder” se aplica por las personas que
valoran más las relaciones que “presionar” para obtener los resultados propios.
Las
personas en las que, como tendencia, predomina el estilo de “Evitar (eludir)”
tratan de esquivar, posponer, o inclusive, ignorar la existencia del conflicto.
Por lo general, temen las consecuencias que puede tener enfrentar el conflicto,
no se sienten preparadas para abordarlo, o consideran que deben ser resueltos
por otros con más posibilidades.
En el
estilo “Comprometer”, se trata de encontrar una solución “de compromiso”
en la que cada parte ceda algo, lo más habitual es “dividir las diferencias”.
Las
personas en las que prevalece el estilo de “Colaborar” tienden a
trabajar con la otra parte, para encontrar soluciones que satisfagan los
intereses de ambos, lo que requiere explorar los asuntos en conflicto para
encontrar soluciones de “ganar-ganar”. Aunque este podría ser el estilo
preferido para enfrentar los conflictos, solo es posible cuando ambas partes
están dispuestas a compartirlo.
Cada uno
de estos estilos tiene sus ventajas y desventajas. Las personas tienen
posibilidades de “moverse” en los cinco estilos. No obstante, las
investigaciones demuestran que cada cual tiene sus preferencias, que en última
instancia son las que determinan su comportamiento.
Por estas
razones, resulta conveniente conocer las situaciones en las cuales es más
efectivo un estilo determinado y, con esta información, saber la “estrategia”
(estilo) que debemos aplicar.
Según los
especialistas, las situaciones en las cuales son más efectivos cada uno de
estos estilos pueden resumirse en lo siguiente.
Se
recomienda utilizar la estrategia (estilo) de “Forzar” cuando: es
necesaria una decisión rápida; hay cuestiones importantes en las que hay que
tomar decisiones impopulares; o contra personas que pueden aprovecharse de comportamientos
mas “flexibles”, por considerarlos una debilidad.
Es
recomendable la estrategia de “Evitar (eludir)” cuando es algo no
significativo; el costo de la confrontación puede ser superior a lo que se
pueda obtener al enfrentarlo; cuando no tenemos toda la información sobre el
problema; o es algo que le corresponde o puede ser resuelto mejor por otros.
La
estrategia de “Ceder”, se recomienda cuando: comprendemos que estamos
equivocados o cometimos un error (esto nos da mas autoridad en el futuro); el
asunto es mas importante para la otra parte que para nosotros y el “costo” que
tenemos que pagar no es significativo; así como para obtener aceptación en
asuntos posteriores más importantes para nosotros.
La
estrategia de “Comprometer”, puede resultar conveniente cuando ambos
“oponentes” tienen igual poder y desean obtener metas mutuamente excluyentes;
para lograr arreglos temporales en cuestiones complejas; o cuando la
competencia y la colaboración no tienen éxito.
La
estrategia de “Colaborar” se recomienda para: integrar intereses y
criterios de personas con diferentes puntos de vista cuya satisfacción solo es
posible con la cooperación de ambos; lograr adhesión, al incorporar intereses
en consenso; resolver problemas de sentimientos que han obstaculizado una
relación; o cuando el objetivo es garantizar un acuerdo que perdure. Esta
estrategia solo es posible cuando ambas partes la comparten.
Como
conclusión general, se
puede plantear que ningún estilo o estrategia es necesariamente el “mejor”. Su
efectividad dependerá de nos propongamos, lo que podamos alcanzar y de las
circunstancias en las que se mueve el conflicto. Una presentación,
obligadamente resumida, de estos conceptos solo pretende informar al lector que
el tema de manejo de conflictos organizacionales ha sido objeto de muchas
investigaciones en los últimos años y que, a partir de esto, se ha ido
generando un conjunto de enfoques y “herramientas” que pueden contribuir a
mejorar las habilidades de los directivos en el manejo de diferentes
situaciones de confrontación.
http://www.gestiopolis.com/manejo-de-conflictos-habilidad-basica-del-directivo/
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